Primer amor

21/04/2022 - San Francisco

Foto de Andrea Piacquadio en Pexels


Era un día normal y me encontraba haciendo cola en un comercio, de esas que salen hasta la vereda. Comenzamos a hablar con un joven y entre tantas charlas ocurrentes hablábamos de tecnología y cómo sabrán, soy programador, por lo que cualquier tema relacionado con ello es grato de hablar para mí. Me comentaba que sus sobrinos usaban su PC de escritorio; y que había invertido un buen número de billetes que convertían a su PC en digna de ser llamada “gamer”, al igual que él por supuesto. Como es de esperar, sentarse enfrente de esa máquina es un sueño hecho realidad.

Después de terminar la charla, me hace el comentario de que sus sobrinos utilizan su equipo cuando él se va a trabajar y, en ese momento, aproveché a consultarle:

—¿No tenés miedo del uso que le pueden dar cuando quedan solos? Digo, por si ingresan a lugares no apropiados para menores —, a lo que me respondió muy firmemente.

—Si, por eso les enseño constantemente cómo deben utilizar los dispositivos; me gusta mucho la tecnología desde que soy chico y sé los peligros que hay —. Lo cual me dejó muy tranquilo, se notaba que era un apasionado del tema y, en ese instante, comenzó a narrar un episodio que decidió contarme a voluntad; el cual voy a contarles.

Esta es la historia que le sucedió a un conocido, este tiene una hija de 14 años aproximadamente. Su hija, como cualquier adolescente, se encuentra transitando su despertar sexual, por lo que tiene necesidades de conocer todo sobre el tema, además le llama la atención cualquier persona que sea de su edad o, como mucho, 2 o 3 años más.
Todo surgió cuando decide contarles a sus padres sobre un chico que le gusta, que chateaban desde hace ya unas semanas y que decidieron reunirse para conocerse en persona. Ellos -en un acto normal, propio de tener un hijo adolescente- permiten que se dé el encuentro, pero no dejan de advertirle de los posibles riesgos que supone conocer alguien por internet y tener una cita, por más que el encuentro sea en una plaza pública de nuestra ciudad y a plena luz del día.
Era un día de semana, soleado por la tarde, donde había personas haciendo deporte, algunos con sus mascotas, otros tomando mate, etc. Los padres habían acompañado a la menor al encuentro y habían convocado algunos 'asistentes' que se encontraban ocultos entre la gente. La adolescente se sienta en un banco de tablones de madera a esperar su amigo; llena de ilusión por conocerlo después de tantas charlas amenas y fotos intercambiadas. Era un chico de su edad, realizaba deportes y era bien parecido. Compartían gustos musicales y entre tantos chats, él la escuchaba cuando le contaba todos sus miedos de adolescente, él la entendía. Es normal que sintiera ganas de conocerlo, Joaquín era un chico encantador y los padres no tenían ningún punto objetivo de dónde sostenerse para poder evitarlo.
Habían pasado varios minutos mientras esperaba sentada hasta que se acerca un adulto entre 30 y 40 años.

—Hola, yo soy el hermano mayor de Joaquín y me dijo que pase a buscarte. Joa fue a la panadería a comprar algo para el mate, ¿Me acompañas? — Esa fue su presentación, era un hombre muy amable que rápidamente inspiró confianza en la menor.

Al contrario de lo que un adulto piensa, la menor de edad accedió a la invitación cegada por la ilusión de conocer a Joaquín. En el preciso momento que realizan unos pocos metros, los padres junto a sus 'asistentes' logran interceptar al adulto inmovilizándolo contra el piso.
Esto generó una situación de shock para todos aquellos que estaban plácidamente disfrutando en la gran plaza. Situación que desconcertó a la menor; que recién acababa de conocer al “hermano mayor de Joaquín”, el hermano de su posible primer amor, el chico que tanto le gustaba. Su inocencia no le permitía ver más allá, no entendía el accionar de sus padres.
Ante semejante acto físico, permaneció inmóvil mientras los padres llamaban a las autoridades policiales. El adulto resultaba ser un pedófilo quien ya había cargado con varias víctimas y tenía un método efectivo para cumplir sus cometidos. Luego de ser apresado, fue trasladado a un tribunal competente el cual todavía lleva un juicio abierto sin poder reunir la cantidad de pruebas suficientes para que le den una condena. Y si, más allá de los relatos que podemos hacer frente una corte, lo que importa es lo que podemos comprobar y cuántas leyes haya sobre el asunto. El ciberdelito es área nueva en la jurisprudencia de cualquier país latino y el Grooming, por ende, hereda este vacío legal. Ha pasado aproximadamente un año de este hecho y todavía no tiene resolución ante la justicia.


Conclusión

Tenemos que entender que los niños y adolescentes no tienen la madurez suficiente para usar las redes sociales como un adulto. Estas no tienen filtros para niños, no son redes sociales para niños, son solo para adultos y hay que entender también que las mismas personas que vemos físicamente día a día, son y somos las mismas que estamos conectadas a internet. Por ejemplo, ningún padre en su sano juicio dejaría a su hijo de 10 años entrar a un bar nocturno a hablar con cualquier adulto. Ni siquiera lo dejamos hablar con un extraño en plena luz del día, mucho menos de noche en un lugar para adultos. En cambio, cuando hablamos de chats de videojuegos, salas virtuales o redes sociales, sí estamos permitiendo que ingresen a chatear con cualquier extraño, dándose el escenario ideal para que suceda Grooming.

Por otro lado, subrayo un tema no menor, a veces nos olvidamos que todos los que están conectados a internet son y somos los mismos que estamos en el plano físico -no virtual-, personas buenas y malas. Pero hay una gran diferencia, yo en la vida real no me puedo hacer pasar por un chico de 1,50 metros y 13 años de edad, pero en internet, sí. Basta solo con armar un perfil falso con una foto extraída aleatoriamente de internet y listo.

Tampoco digo que hay que desconfiar de todo, solo tenemos que entender que en internet no hay bares, discotecas, librerías, comedores, parques, etc. Allí hay apps, videojuegos, páginas web y redes sociales. Esos son los “lugares” donde tengo que saber si dejo entrar a mi hijo o no, como en la vida misma, no lo puedo dejar entrar en cualquier sitio. Por algo son menores dependientes, porque necesitan nuestra ayuda.

En esta historia quiero destacar el buen accionar de los padres, tanto en tener comunicación constante con la menor, la cual hizo que tengan ventaja sobre el acosador, y también el correcto accionar posterior. Es importante involucrarse con las actividades y el crecimiento de nuestros hijos, por más que a veces parezca que no, los necesitan aún sin saberlo.

Por: Gonzalo Castillo






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